sábado, 11 de febrero de 2017

UCDM Lección 42: Dios es mi fortaleza. La visión es su regalo.


Comentario

Pregunta: ¿Por qué no podemos fracasar en alcanzar la meta de este curso?
Respuesta: Porque Dios quiere que la alcancemos.

Si esa respuesta te suena humillante de algún modo, no te sorprendas de tener esa reacción. Con nuestra mente llena del pensamiento del ego, puede parecernos personalmente insultante que se nos diga que la garantía de nuestro éxito es que “Dios lo quiere así”, como si no tuviéramos ninguna elección en el asunto. Pero el hecho es que no la tenemos.

Como dice la Introducción al Texto:

“Es un curso obligatorio. Sólo el momento en que decides tomarlo es voluntario. Tener libre albedrío no quiere decir que tú mismo puedas establecer el plan de estudios. Significa únicamente que puedes elegir lo que quieres aprender en cualquier momento dado”. (T.In.1:2-5)

El programa de estudios del Curso es aprender quiénes somos, y no tenemos nada que decir en lo que se refiere a ello, no podemos cambiar nuestra verdadera naturaleza. La única elección está en cuánto tiempo nos lleve aceptar el hecho de lo que somos, en lugar de intentar ser algo que no somos.

 El Texto habla de cómo la idea de la separación echó raíces en nuestra mente cuando nos negamos a aceptarnos a nosotros mismos como creaciones de Dios y quisimos crearnos a nosotros mismos. Todavía estamos luchando en la misma batalla insensata. Todavía nos parece insultante que nos digan que el resultado es inevitable, que somos las creaciones de Dios y que no podemos ser otra cosa, no importa cuánto podamos desearlo.

Es la fuerza de Dios, no la nuestra, la que nos da nuestro poder. No podemos darnos la visión a nosotros mismos, pero tampoco podemos rechazar para siempre Su regalo. Su regalo para nosotros. Por mucho que nos resistamos, al final nos rendiremos. Y si colaboramos, nuestro éxito está garantizado.

Werner Erhard, el fundador de E. S. T., dijo una vez que es mucho más fácil dejarse llevar por el caballo en la dirección que va. Eso es lo que el Curso nos pide que hagamos, que unamos nuestra voluntad a la de Dios, y que reconozcamos que en verdad queremos lo que Él quiere darnos y ya nos ha dado. “Lo que Él da, es verdaderamente dado” (2:1).

Si podemos aceptar que nuestra voluntad y la de Dios son la misma, podemos entrar en la vida espiritual como algo seguro. Podemos decir: “La visión tiene que ser posible. Dios da verdaderamente” (4:5-6). O “Los regalos que Dios me ha hecho tienen que ser míos porque Él me los dio” (4:7). Podemos andar por la vida con una serena seguridad. “Los que están seguros del resultado final pueden permitirse el lujo de esperar, y esperar sin ansiedad” (M.4.VIII.1:1).

Hay una idea que aparece a la mitad de esta lección, aparentemente sin ninguna relación, aunque está muy estrechamente relacionada. “Tu paso por el tiempo y por el espacio no es al azar. No puedes sino estar en el lugar perfecto, en el momento perfecto” (2:3-4). Cuanto más sigues este camino (y semejantes), más sabes que esto es absolutamente verdad. No hay acontecimientos al azar, todo tiene un propósito. ¡Y no se te puede pasar por alto! No lo puedes fastidiar. Por supuesto que puedes cometer errores, el Curso es muy claro sobre esto. Nos dice: “Hijo de Dios, no has pecado, pero sí has estado muy equivocado” (T.10.V.6:1). Pero hasta nuestros errores pueden ser usados por el Espíritu Santo en nuestro beneficio: “El Hijo de Dios no puede tomar ninguna decisión que el Espíritu Santo no pueda utilizar a su favor” (T.25.VI.7:5). Aunque tomes la decisión “equivocada”, no ha sucedido nada en la realidad, no ha habido ningún daño permanente. “Lo único que se puede perder es el tiempo, el cual, en última instancia no tiene ningún sentido” (T.26.V.2:1). El Espíritu Santo puede tomar cualquier cosa que Le ofrezcas y utilizarla en tu favor.

Así que no puedes evitar estar en el lugar perfecto, en el momento perfecto; puedes relajarte tranquilamente en la vida y disfrutar del espectáculo, en lugar de estar ansioso y preocupado por él. ¿Por qué es así? Por razón de la fuerza de Dios y de Sus regalos. Que alcances la meta es Su Voluntad, y lo que Dios quiere, Dios lo hace. Después de todo, ¡Él es Dios!

Todavía otro comentario: en las instrucciones para la práctica se te pide que dejes surgir cualquier pensamiento relacionado con la idea de hoy; este tipo de ensayo con pensamientos relacionados es otro tipo de meditación que es bastante frecuente en el Libro de Ejercicios. Luego dice: “De hecho, puede que te asombre la cantidad de entendimiento relacionado con el Curso que algunos pensamientos reflejan” (5:2).

Sin embargo, también  puede que estés intrigado por ¡qué diablos significan! La primera vez que intenté este ejercicio mi mente se quedó en blanco. Recuerda que el Libro de Ejercicios a menudo supone que has estudiado (no sólo leído, sino estudiado) el Texto antes de empezar estos ejercicios. No es un requisito, pero se da por sentado que es lo habitual.

Para cualquiera que haya estudiado el Texto o que esté repitiendo el Libro de Ejercicios,  surgirán fácilmente pensamientos relacionados. Si después de intentar encontrar pensamientos relacionados durante un minuto o dos, no te vienen fácilmente, sigue el consejo que se da un poco más adelante en la lección: “Si eso te resulta difícil, es mejor pasar la sesión de práctica alternando entre repeticiones lentas de la idea con los ojos abiertos y luego con los ojos cerrados, que esforzarte por encontrar pensamientos adecuados” (6:3). La presencia de este tipo de instrucción muestra que las lecciones pueden adaptarse a personas que no hayan estudiado el Texto en profundidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario