domingo, 29 de enero de 2017

Lección 29: Dios está en todo lo que veo


Comentario

“La idea de hoy explica por qué puedes ver propósito en todo. Explica por qué nada está separado, por sí mismo o en sí mismo. También explica por qué nada de lo que ves tiene significado alguno. De hecho, explica cada una de las ideas que hemos usado hasta ahora, y también todas las siguientes. La idea de hoy es el pilar de la visión”.   (1:1-5)

Está claro que, la idea de hoy es central en el sistema de pensamiento del Curso. No es simplemente una idea agradable y sensiblera. Tampoco es simplemente panteísmo que dice que la naturaleza y Dios son lo mismo. En otra parte, el Curso enseña que “El mundo no existe” (L.132.6:2-3), así que esto no puede significar que la naturaleza y Dios son idénticos. “Ciertamente Dios no está en una silla tal como tú la ves” (2:3).

Tal como yo veo las cosas, nada significa nada. Una mesa es sólo una mesa, una superficie plana para comer, escribir o jugar al póker sobre ella. No tiene un propósito eterno, sus propósitos son todos pasajeros. Vista así, la mesa no revela a Dios sino que ayuda a ocultarle.

Dios no está en la mesa física, pero Él puede verse a través de, o por medio de ella. Si la mesa comparte el propósito del universo, tiene que compartir el  propósito del Creador del universo. Ese propósito es nuestra felicidad, nuestra dicha, nuestra compleción, que es necesaria para la Suya. “Todo existe para tu beneficio. Para eso es para lo que es, ése es su propósito, ése es su significado” (L.25.1:5-6). 

“Propósito” es la palabra clave en esta lección y en la anterior. Dios está en todo lo que veo porque todo comparte Su Propósito. Mi vista es un velo que oculta la verdad que brilla en todo, pero la visión puede brillar a través de ese velo si se lo permito. Tal como veo, Dios no está en todo, de hecho, Él no está en nada. Si fuera suficiente con la vista física, hace mucho tiempo que todos habríamos visto a Dios. Hicimos nuestra vista para ocultarle; pero si vemos con la Visión de Cristo, todo nos puede dejar ver a Dios.

“Nada es como a ti te parece que es. Su santo propósito está más allá de tu limitado alcance”.  (3.4-5)

Cuando leí esta lección por primera vez, no entendí la afirmación de que la idea de hoy: “Dios está en todo lo que veo”, explicaba la idea anterior de que nada de lo que veo significa nada. Pensándolo bien si Dios está en todo lo que veo, debería darle a todas esas cosas un significado profundo, las vería compartir el propósito del universo, el propósito del Creador. Entonces, ¿cómo se pasa con lógica de “Dios está en todo lo que veo” a “Nada de lo que veo significa nada”?

Finalmente me di cuenta de una distinción que debería haber estado clara desde el principio: la diferencia entre “ver” o  “vista” y “visión”. El Curso hace esta distinción continuamente, todo el tiempo; pero como mi mente tiende a pensar en “vista” y “visión” como la misma cosa, no logré darme cuenta aquí. “Vista” se refiere a nuestro modo habitual de ver, nuestra creencia de que lo que nuestros ojos físicos nos muestran es real, cuando realmente es sólo el resultado de un deseo dentro de la mente y la proyección de significado desde la mente y que se pone encima de lo que se ve. Por otra parte, “visión” es completamente otra clase de sentido, que no tiene ninguna relación con los ojos físicos.

Fíjate en que  la lección dice: “La idea de hoy es el pilar de la visión” (1:5). “Cuando la visión te haya mostrado la santidad que ilumina al mundo, entenderás la idea de hoy perfectamente” (3:6). Es la visión la que deja ver a Dios en todo, la simple vista no deja ver a Dios, por eso es por lo que nada de lo que veo significa nada. “Ahora mismo no las ves (con la visión)” (3:2). Dios está ahí, pero la vista no Le ve, la vista está pasando por alto lo único que le da a todas las cosas el significado que tienen. Por lo tanto, podemos revisar ahora la afirmación anterior para entender: “Nada de lo que veo significa nada, de la manera en que lo veo”. El significado está ahí, pero estoy ciego a él.

“Tienes que negar el mundo que ves, pues verlo te impide tener otro tipo de visión. No puedes ver ambos mundos, pues cada uno de ellos representa una manera de ver diferente,  y depende de lo que tienes en gran estima”.    (T.13.VII.2:1-2)

La idea de que Dios está en todo es “el pilar de la visión” (1:5). Es la base para “una manera de ver diferente” (T.13.VII.2:2). Para ver a través de la visión, tengo que estar decidido a negar, o a pasar por alto mi modo habitual de ver, que se limita únicamente a lo físico y me informa sólo de lo que mi ego quiere ver. Si reconozco que Dios está en todo y, sin embargo, no Le veo con mis ojos, tiene que haber otro modo de ver y se me llevará a desearlo. Y pediré la visión.

La lección habla del “limitado alcance” de nuestro modo de ver (3:5). A modo de semejanza, imagino que Dios es visible sólo en rayos infrarrojos (por supuesto, Él no es visible en ninguna forma física). Nuestros ojos no ven la radiación infrarroja así que, aunque esté presente, no vemos nada. La gama de la vista física es ahora muy estrecha; hay muchas clases de “luz” que no podemos ver: infrarrojos, ultravioletas, calor, radiación, ondas de radio, microondas, y así sucesivamente. Dios está en todas partes, pero Él está fuera de la gama de nuestra vista física, necesitamos una clase de visión diferente.

Pienso que, en cierto sentido, la lección está intentando producir un cierto descontento dentro de nosotros. Provoca la perturbadora pregunta: “Si Dios está en todo, ¿cómo es que no Le veo?” Nos hace darnos cuenta de las limitaciones de lo que creíamos que era la “vista”. Nos hace conscientes de su limitado alcance, y provoca en nosotros el deseo de una nueva clase de visión que ve más allá de este limitado alcance, y que ve el propósito del universo en todo.

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