sábado, 14 de enero de 2017

Un curso de milagros Lección 14

Comentario

La idea de hoy llega como un respiro bien recibido después de 4 días de decirnos que “nuestros pensamientos no significan nada” y que nos están mostrando un mundo sin significado que nos disgusta y asusta. El mundo sin significado que estamos viendo no fue creado por Dios, y “Lo que Dios no creó no existe” (1:2).
En el libro Despiertos del Sueño[1] de Gloria y Kenneth Wapnick, Gloria escribió sobre cómo esta idea le atrajo por primera vez al Curso: 

   -"Al oír de primera mano los efectos devastadores que la Segunda Guerra Mundial tenía sobre la gente, llegué a la conclusión de que si esta guerra era lo mejor que Dios podía crear, no quería tener ninguna relación con Él…
   Cuando leí las palabras de Jesús explicando que Dios no creó el mundo, fue como si “relámpagos” chocaran por mi cabeza. “¿Por qué no se me había ocurrido?”, me decía a mí misma una y otra vez. “Es tan sencillo. Ésa es la respuesta”. Finalmente, después de 23 años, el rompecabezas en mi mente se había resuelto. El Curso había proporcionado la pieza que faltaba, y ya no tenía que seguir culpando a Dios por un mundo que Él no creó"-.

Para algunos, el mensaje de que Dios no creó el mundo sin significado que vemos, llega como una salvación. Para otros, puede ser “bastante difícil e incluso doloroso” (3:2). Pues reconocer que Él no lo creó conlleva la verdad: nosotros lo hicimos. Somos responsables del mundo que  vemos. Eso puede conducirnos “directamente al miedo” (3:3). El Curso trata esto en muchos lugares diferentes de los tres libros. El mensaje que nos está dando, especialmente en los “pasos del comienzo” (3:2), puede ser difícil, doloroso, y aterrador.


Muchas personas se preguntan si algo anda mal porque sienten fuertes reacciones negativas a la enseñanza del Curso de que Dios no creó el mundo. La respuesta es: no. Quizá son aquellos que no tienen ninguna reacción negativa  quienes deberían preguntarse si entienden correctamente el mensaje del Curso y comprenden completamente lo que ello supone.  Una reacción negativa es mucho más frecuente que una reacción positiva: eso puedo asegurarlo.

Sin embargo, alégrate de que la lección continúe diciendo:

Mas no se te dejará ahí (en el miedo). Irás mucho más allá de él, pues es hacia la paz y seguridad perfectas adonde nos encaminamos.   (3:4-6)

El Curso llama a nuestro camino “un viaje del miedo al amor” (T.16.IV.11:1-2). Ciertamente son muy pocos los que se libran de la angustia del principio, pero la dirección del viaje es hacia una calidez y extensión del amor que difícilmente puede imaginarse cuando empiezas.

Una advertencia sobre la forma específica de la práctica de hoy: observa cuidadosamente que la lección te pide que te digas a ti mismo las cosas que te disgustan de “tu repertorio personal de horrores” (6:1). No recomienda que le digas a otra persona que esté pasando por una tragedia personal que su tragedia no es real. Si le dijeras a una viuda que sufre por la pérdida de su marido: “¡Alégrate! Dios no creó la muerte de tu marido, por lo tanto, no es real”. En la mayoría de los casos tal mensaje no es un acto de amor sino un ataque, colocándote tú en una posición espiritual “superior” a la otra persona. La lección te está enseñando a que te des este mensaje a ti mismo”.

Fíjate también en la mención aquí acerca de nuestras ilusiones, de que “algunas de ellas son ilusiones que compartes con los demás, y otras son parte de tu infierno personal” (6:3). Cosas como el hambre y el sida caen en la categoría de las “ilusiones compartidas”. Aquí claramente se apoya la idea de que la ilusión del mundo es una responsabilidad compartida, no únicamente tu creación personal, o la mía.

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