miércoles, 25 de enero de 2017

UCDM Lección 25: No sé cual es el propósito de nada

                                       Comentario

¿Te has dado cuenta de que se está acelerando la marcha de las prácticas recomendadas? Ayer pasamos de 5 prácticas de un minuto a 5 prácticas de dos minutos. Hoy las aumentamos a 6 prácticas de dos minutos, ¿Cuántos de nosotros estamos haciendo serios esfuerzos para seguir estas instrucciones? Recuerda que la Introducción dijo que no se nos pide que creamos en las ideas, ni que las aceptemos, ni que las recibamos con agrado, incluso si nos resistimos a ellas no importa. Todo lo que se nos pide es que “las usemos” (L.In.9:5), “que las apliques tal como se te indique” (L.In.8:3). Nada más que eso se requiere para que sean efectivas. Pero aplicarlas tal como se indica es necesario, si queremos que tengan efecto en nuestra vida.
No sabemos cuál es el propósito de nada. La pregunta a la que señala la idea de hoy es "¿Para qué es esto?" Esta lección contesta la pregunta: “Todo existe para tu beneficio” (1:5), una referencia clara a la idea de ayer: “No percibo lo que más me conviene”. ¿Qué es lo que más me conviene? Todo.
Nosotros no sabemos eso y tampoco nos lo creemos. Valoramos todo según lo bien que sirve a “los propósitos de nuestro ego” (2:1), y puesto que "tú no eres el ego" (2:2), no puede darnos una idea de lo que más nos conviene. Estamos escogiendo las cosas que apoyan a nuestro ego, que no es nuestro Ser y, por lo tanto, lo que estamos haciendo es debilitando nuestro verdadero Ser. (Esa frase “tú no eres el ego” es muy importante, es algo de lo que no nos daríamos cuenta si no se nos dijera.)

Miramos al mundo con los ojos del ego y, literalmente, "damos" propósitos a las cosas, propósitos para apoyar a nuestro ego. Cuando las cosas no se ajustan a nuestros intereses, nos disgustamos. Todas nuestras metas tiene relación con intereses “personales” (3:1). Sin embargo, "Puesto que no tienes intereses personales, tus objetivos en realidad no guardan relación con nada” (3:2). Realmente no tenemos intereses personales porque la “persona” en la que pensamos cuando utilizamos esas palabras no es real. No tenemos metas reales que no compartamos con todas las cosas vivientes, porque todas las cosas vivientes están conectadas, y el compartir es lo que hace que las metas sean reales. Las metas compartidas reconocen la realidad de quién somos. Las metas del ego, no. Por eso, estamos tan confundidos acerca de para qué son las cosas.

La lección señala que, en el nivel superficial, sí sabemos cuál es el propósito de las cosas, sabemos que el teléfono es para hablar con alguien que no está presente físicamente. “Sin embargo, el propósito de algo no se puede entender en esos niveles” (4:3). Por ejemplo, no entendemos por qué queremos ponernos en contacto con alguien a través del teléfono.

Podemos pensar que lo sabemos.
Puede que llames a la librería para comprar un libro. Pero,  ¿Por qué quieres el libro? ¿Por qué llamar ahora, en este preciso momento? Hay un propósito más profundo en todo, que no entendemos, y que tampoco podemos entenderlo mientras creamos que las metas de las que somos conscientes son las metas reales. Tenemos que “estar dispuestos a renunciar a los objetivos que les hemos dado a todas las cosas” (5:1).

Toda la base de nuestro juicio está equivocada porque se basa en la idea de que hay "cosas" fuera de nosotros que son diferentes de nosotros. No hay nada fuera de nosotros, todo forma parte de nosotros. Mientras partamos de esa base falsa, nuestras metas serán erróneas y nuestros juicios estarán equivocados.


Me parece muy útil recordar que no sé cuál es el significado de nada y que no sé cuál es el propósito de nada. Una llamada de teléfono puede damos "malas noticias", pero puedo decir: "No sé cual es el propósito de esta llamada de teléfono, no sé cuál es el propósito de esta situación, y por lo tanto no puedo juzgarla".

El Curso insiste en nuestra total ignorancia. “Tu confusión entre tu verdadera creación y lo que has hecho de ti mismo es tan grande que se te ha hecho literalmente imposible saber nada" (T.3.V.3:2). Es muy rotundo, ¿verdad? "Literalmente imposible". Esto no es un modo de hablar. Está claro que, si literalmente no sabes nada, no puedes juzgar.

Puesto que pensamos que somos el ego, no podemos saber nada. Nuestra creencia en nuestra identidad como seres separados, dentro de cuerpos, es una creencia central detrás de cada uno de nuestros pensamientos. Juzgamos todo según los propósitos del ego (L.25.2:1). Incluso antes de que empecemos a pensar lo que algo significa, damos por sentado que sea lo que sea y cualquiera que sea su significado, no es parte de nosotros, es otro. Desde esa base, no podemos saber o entender nada, porque no es otro. Es parte de nosotros.
Desde la cuna un bebé pasa por el proceso de aprender que su pie o su mano forman parte de él. Al comienzo el bebé no sabe esto. Puedes observar al bebé tratando a veces al pie como si fuera un objeto extraño.

Todos somos exactamente iguales a ese bebé, porque no reconocemos partes de nosotros mismos cuando las vemos, pensamos que son otra cosa. Debido a que pensamos que son otra cosa, somos incapaces de hacer juicios que tengan sentido. Nuestros juicios son exagerados, inexactos, y están tan lejos de la realidad que son ridículos.

Olvidémonos de nuestras propias ideas acerca del propósito del mundo. Pues no lo sabemos.    (T.31.I.12.2-3)

Si no sabemos cual es el propósito de algo, ¡no podemos juzgarlo! No podemos saber si está o no cumpliendo su propósito, porque no sabemos cuál es su propósito.
No se nos pide que alcancemos todo este conocimiento que nos falta, lo que se nos pide es que nos aquietemos y que recordemos lo poco que sabemos (T.31.II.6:4). El Texto nos dice que no hay afirmación que el mundo tema oír más que ésta:

   No sé lo que soy, por lo tanto, no sé lo que estoy haciendo, dónde me encuentro, ni cómo considerar al mundo o a mí mismo.            (T.31.V.17:7)

Continúa diciendo que esta lección es donde nace la salvación. Aquí es donde empieza nuestro aprendizaje: admitiendo que somos incapaces de juzgar. ¡No sabemos todas estas cosas! Reconocer nuestra ignorancia es el nacimiento de la salvación porque mientras no aceptemos que no sabemos, no pediremos ayuda. Mientras pensemos que sabemos, estaremos bloqueando el verdadero conocimiento.

Los niños reconocen que no entienden lo que perciben y, por lo tanto, preguntan cuál es su significado. No cometas la equivocación de creer que entiendes lo que percibes, pues su significado se te escapa… Sin embargo, mientras creas que sabes cuál es el significado de lo que percibes, no verás la necesidad de preguntárselo a Él.
  
No sabes cuál es el significado de nada de lo que percibes. Ni uno solo de los pensamientos que albergas es completamente verdadero. Reconocer esto sienta las bases para un buen comienzo.      (T.11.VIII.2:2-3,5;  3:1-3)

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