viernes, 13 de enero de 2017

Un curso de milagros Lección 13

Comentario: Más que molestarnos, el mundo sin significado que vemos produce miedo dentro de nosotros. Después de pasar varios días convenciéndonos, eso parece, de que el mundo no significa nada, el Curso “le da la vuelta”:

   De hecho, un mundo sin significado es imposible. Lo que no tiene significado no existe. (1:2-3)  

La Introducción al Curso afirma que: “Nada irreal existe” (T.In.2:3), y ahora se nos dice que no existe nada sin significado (1:3). La situación no es que existan cosas sin significado y que tengamos miedo porque las vemos;  lo que sucede es que pensamos que vemos  cosas sin significado y nos apresuramos a escribir sobre ellas nuestro propio significado. No vemos significado porque no queremos ver el significado que Dios ya les ha dado.

Cuando vemos lo que no tiene significado se produce ansiedad dentro de nosotros:

Representa una situación en la que Dios y el ego se “desafían” entre sí con respecto a qué significado ha de escribirse en el espacio en blanco provisto por dicha falta. El ego se abalanza frenéticamente  para establecer allí sus propias ideas, temeroso de que, de otro modo, el vacío pueda ser utilizado para demostrar su propia impotencia e irrealidad. Y solamente en esto está en lo cierto.  (2:2-4) 

Si el ego no se apresurase a dar su propio significado, el significado establecido por Dios, ciertamente, demostraría la irrealidad del ego. Por eso el ego se imagina que ve un espacio sin significado en el que poner el suyo propio, teme al significado que Dios ya ha dado. Nosotros le damos nuestro propio significado a todo. 

El Curso insiste en que si no nos apresurásemos a poner nuestro propio significado, el mensaje que oiríamos sería de amor y belleza. Esto es cierto, no importa cuál parezca ser la “situación externa”. Por ejemplo, un hermano puede estar totalmente engañado por su ego y atacarnos de palabra. El mensaje que oímos en sus palabras, no importa su forma, es el que elegimos escuchar. Le damos el significado que pensamos  que nuestro hermano nos está transmitiendo. Si mi mente estuviese en sintonía con el Espíritu Santo, no importa lo que otro haga o diga, yo oiría un mensaje que afirma el Cristo en él y en mí, y que motiva mi amor.   (Para una larga y complicada sección sobre este tema, ver Texto, Capítulo 9, Sección II: “La Respuesta a la Oración”, que en parte dice: “El mensaje que tu hermano te comunica depende de ti. ¿Qué te está diciendo? ¿Qué desearías que te dijese? Lo que hayas decidido acerca de tu hermano determina el mensaje que recibes” (T.9.II.5:1-4).

La idea de que estamos compitiendo con Dios y de que tenemos miedo de la venganza de Dios porque estamos luchando contra Él, puede parecer ridícula, como admite la lección. En este nivel, estamos principalmente intentando darnos cuenta  de que tenemos miedo de dejar algo sin significado, aunque no nos demos cuenta de por qué tenemos miedo de ello. Nos pide que estemos dispuestos a decir: “No sé lo que esto significa”, ¡verdaderamente tenemos miedo de ello! La lección también nos pide que nos hagamos conscientes de cualquier forma de miedo. No que intentemos vencerlo, sólo que nos demos cuenta de él. Observa que dejar a algo sin darle significado te ocasiona ansiedad, y permítete a ti mismo pensar que quizá la razón es que de algún modo, en algún lugar profundo de tu inconsciente, tienes miedo del significado que Dios podría escribir allí si se lo permitieses.

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