lunes, 30 de enero de 2017

Lección 30: Dios está en todo lo que veo porque Dios está en mi mente


Comentario

Así como la lección de ayer era “el pilar” de la visión (L.29.1:5), la idea de hoy es el “trampolín” de la visión (1:1). El pilar es que Dios está en todo lo que veo. Saber que esto es así “porque Dios está en mi mente” es lo que nos empuja de la simple vista a la visión.

“Por medio de esta idea el mundo se abrirá ante ti, y al contemplarlo verás en él lo que nunca antes habías visto. Y lo que antes veías ya no será ni remotamente visible para ti”.     (1:2-3)

Para entender de lo que el Curso está hablando, es esencial el hecho de que lo que vemos está causado directamente por lo que está en nuestra mente. La idea que se tiene sobre lo que vemos es que algo de fuera causa una impresión en mi mente a través de los sentidos. La realidad es al contrario, según el Curso: Los pensamientos de mi mente son proyectados fuera y causan lo que veo. “La proyección da lugar a la percepción”, dice el Texto en dos lugares distintos (T.13.V.3:5; T.21.In.1:1; comparar con T.10.In.2:7).

Lo que esta lección intenta enseñarnos es “un nuevo tipo de proyección” (2:1). Podemos llamarla “proyección positiva”. En lugar de usar la proyección para librarnos de los pensamientos con los que nos sentimos incómodos, estamos intentando ver en el mundo lo que queremos ver en nuestra mente. Lo que quiero ver es mi propia inocencia. Por lo tanto, intento ver al mundo como inocente. Estoy eligiendo mis pensamientos e intencionadamente “proyectándolos” sobre el mundo. Quiero verme a mí mismo como si tuviera a Dios en mi mente, y por eso elijo ver a todo como si tuviera a Dios.

Si todas las cosas albergan a Dios, y yo albergo a Dios, entonces estamos unidos. “Así pues, estamos tratando de unirnos a lo que vemos, en vez de mantenerlo separado de nosotros. Ésa es la diferencia fundamental entre la visión y tu manera de ver” (2:4-5). Nuestra forma habitual de ver da importancia a las diferencias y distinciones, la visión da importancia a la semejanza.

“La verdadera visión no sólo no está limitada por el espacio ni la distancia, sino que no depende en absoluto de los ojos del cuerpo” (5:1). Con cada lección se va haciendo más claro que la visión  de la que se habla no tiene ninguna relación con nuestra vista física. En el sistema de pensamiento del Curso, nuestros ojos no ven en absoluto, son simplemente medios para el engaño. Podemos incluir en nuestra visión cosas que están más allá del alcance de mi vista física. Es una forma de ver con nuestra mente, no con nuestros ojos. “La mente es su única fuente” (5:2).

Ahora recuerdo nuestra lección anterior: “Por encima de todo quiero ver” (Lección 28) con un  propósito más firme y decidido. Quiero la visión, quiero esta otra forma de ver que contempla a Dios en todo y en todas partes. La quiero porque, de alguna manera sé desde lo más profundo de mí que si puedo contemplar las cosas de esa manera, también podré contemplarme de esa misma manera a mí mismo. Si puedo verte como un Hijo de Dios, santo, inocente y sin culpa, sabré que estoy viendo un reflejo de mí mismo. Quiero verme a mí mismo de esa manera, por tanto, quiero verte a ti de esa manera.

Dios está en mi mente. El mundo refleja lo que está en mi mente. Entonces, ¿cómo quiero ver al mundo? ¿Estoy decidido a ver al mundo con Dios en él? Si no lo estoy, sólo refleja que no estoy dispuesto y tengo miedo de ver Su Presencia en mi mente. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario