jueves, 19 de enero de 2017

Un curso de milagros Lección 19

Comentario

Ayer la idea trataba sobre ver, hoy sobre pensar. “El acto de pensar y sus resultados son en realidad simultáneos, ya que causa y efecto no están nunca separados” (1:4). “Pensar” es la causa, “ver” es el efecto (resultado), y las dos ocurren al mismo tiempo. Una pelota que atraviesa tu ventana  es la causa de que el cristal se rompa. ¿Cuál sucede primero? ¿La pelota atravesando el cristal o el cristal rompiéndose? Está claro que los dos suceden al mismo tiempo.

Esto sucede con pensar y ver. Cuando pensamos, vemos. Como ocurren al mismo tiempo, se nos hace difícil reconocer al pensamiento como la causa. Al ego le resulta muy fácil el truco de que parezca lo contrario, y por eso creemos que lo que vemos es la causa de lo que pensamos. Pero no es así como funciona.

La idea de que todas las mentes son una es emocionante pero también, especialmente al principio, muy amenazadora. Hay pensamientos que no quiero compartir, pero “No hay pensamientos privados” (2:3). Mis pensamientos “privados” afectan a todo el mundo y a todas las cosas, igual que cada pensamiento que cruza por mi mente. La idea puede ser desconcertante. La lección nos dice que, a pesar de la resistencia, finalmente nos daremos cuenta de que así es como tiene que ser “si es que la salvación es posible” (2:4). No explica por qué es inevitable, pero dice que todos lo veremos así sin tardar mucho.

Pensemos en ello durante un minuto. Si otras mentes están de verdad separadas de la mía, entonces son posibles también voluntades diferentes. Eso me coloca en lucha con el mundo, solo contra el universo. ¿Cómo puedo entonces estar libre de miedo, si fuerzas externas pueden volverse contra mí en cruel ataque?

Sin embargo, si todas las mentes son parte de la mente única, y si lo que pienso afecta a todas las partes de esa mente unificada, entonces la salvación es posible. Por lo tanto, una elección a favor de la paz, puede empujar a toda la mente unida hacia la paz. La salvación es posible. Yo no soy el resultado del mundo, sino que el mundo es mi resultado. Tengo el poder de elegir. Puedo elegir la paz por toda la Mente. Así es como, desde el punto de vista del Curso, puedo convertirme en el salvador del mundo.

¡Que desde hoy elija a favor de la paz, de la sanación y del perdón! Al empezar a darme cuenta de que no soy el único que experimenta los efectos de mis pensamientos, empezaré a ser cuidadoso con lo que pienso; y al empezar a ser cuidadoso con mis pensamientos, empezaré a sanar yo mismo y el mundo junto conmigo.

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